Controlar el gasto de la tarjeta, evitar los descubiertos y conocer en qué se va el dinero es un buen comienzo para gestionar las finanzas domésticas.
Las primeras semanas del año llegan cargadas de buenos propósitos. Uno de los más habituales es aumentar la capacidad de ahorro y, sobre todo, mejorar la economía doméstica. Esta meta no es tan complicada de conseguir, si se aprende a gestionar del modo correcto las finanzas personales.
Evitar excesos con la tarjeta de crédito, establecer un plan de ahorro o no tener descubiertos son una buena forma de ahorrar y llevar al día estas cuentas. Estos tips ayudarán a mejorar tu economía diaria e impedir que tu bolsillo se resienta a lo largo del año.
Anotar los gastos del día a día
Es el primer paso que debe dar quien quiere tomar las riendas de sus finanzas personales. Anotar los desembolsos más habituales durante un mes o dos permitirá determinar cuánto dinero se gasta, en qué se emplea y, lo más importante, cuánto se puede ahorrar. Además, ayudará a determinar qué gastos son superfluos y en cuáles se podría ahorrar o, al menos, rebajar su coste.
Hay gran cantidad de herramientas que ayudarán a anotar los gastos. Una libreta en la que se van apuntando día a día los desembolsos repartidos entre varias categorías (ocio, transporte, etc.). Otra solución es recurrir a una tabla de Excel o hacer uso de alguna de las aplicaciones disponibles en el mercado, muchas de ellas gratuitas.
En cualquier caso, lo importante es la constancia. Así, cuando termine el mes, es posible conocer en qué se gasta más e intentar ahorrar modificando los hábitos.
Establecer un plan de ahorro
Una vez que se conozcan los hábitos de consumo y se sepa de cuánto dinero se dispone cada mes -y descontados los gastos necesarios para vivir el día a día-, será el momento de intentar mejorar la capacidad de ahorro. El truco más habitual es contratar una cuenta de ahorro e ir transfiriendo cada mes cierta cantidad de dinero.
- Pero ahorrar no consiste solo en transferir una parte de los ingresos mensuales a una cuenta, sino en intentar reducir los gastos más habituales.
Por ello, se pueden analizar las condiciones de los productos que se tienen contratados y ver si no se podría ahorrar suscribiendo otros más baratos.
Mantener al día las cuentas para evitar descubiertos
Tener la cuenta en números rojos puede salir muy caro. Un descubierto de un euro durante unos 10 días puede acabar costando más de 50, si se suman las distintas comisiones e intereses que hay que pagar por dejar la cuenta en negativo, según un estudio.
Por fortuna, hay bancos en los que estos costos se reducen de forma considerable a unos pocos céntimos. Una vez más, el truco está en comparar.
Sin embargo, la mejor forma de ahorrar es mantener al día las cuentas para evitar llegar a esta situación. Es importante anticipar qué gastos se tendrán para disponer en la cuenta el saldo suficiente.
Una solución es poner algún recordatorio, como una alarma en el teléfono móvil, que recuerde un par de días antes los recibos que se cargarán en la cuenta, así como las letras de los préstamos o la cuota de la hipoteca, para que dé tiempo a revisar el saldo y, en caso de necesidad, realizar un ingreso para evitar entrar en números rojos.
No dedicar más del 35% de los ingresos a pagar deudas
Este punto es clave para gestionar del modo correcto la economía doméstica. Es recomendable no dedicar más del 35% de los ingresos a satisfacer el total de las deudas que se tengan.
Un consejo, si se solicita financiación, es calcular ese tanto por ciento a la baja, para en una fecha posterior, si se requiere más financiación, tener cierto margen de maniobra para no superar ese 35%.
En cualquier caso, el tanto por ciento dependerá de la situación familiar.
Vigilar las tarjetas de crédito
Las tarjetas de crédito pueden convertirse en una amenaza para la economía diaria, si no se utilizan de la manera correcta. Pasar la tarjeta más veces de la cuenta, pagar un tanto por ciento del importe de las compras muy bajo cada mes o tener un «plástico» con una TAE demasiado alta pueden suponer no solo un gasto excesivo, sino la entrada en una espiral de deudas de la que será difícil salir.
Lo idóneo es, siempre que se pueda, pagar a débito o a débito diferido, es decir, o bien abonar el dinero de las compras al momento o bien en una única cuota a final de mes sin intereses.
Si se requiere fraccionar el pago, lo mejor es usar una tarjeta que aplique un interés por debajo del 20% o, si es más elevado, que bonifique una parte del importe de la transacción. Y, sobre todo, abonar cada mes el máximo posible para liquidar la deuda cuanto antes y pagar la mínima cantidad de intereses posible.